
"El cuerpo, de acuerdo a San Abraham Eremita, es la casa del diablo en donde se pierden los hombres; es el génesis de la maldad y el origen de la condena eterna por lo que debe tratarse como lo que es: un depósito inagotable de estiércol y porquería.
El consejo es incuestionable: debes dejarlo tal como está. Si lo lavas justificas el mal que contiene, si lo cuidas le imprimes un valor y una dignidad de la que carece; desnudarlo, es abrirle la puerta a la tentación. Por eso la pureza del cuerpo y sus vestidos significan la impureza del alma.
Evita el pecado, subscribe la hidrofobia. Sálvate como a salvo quedó San Abraham Eremita, quien permaneció cincuenta años sin bañarse, viviendo en perfecto olor de santidad."