jueves, 6 de agosto de 2009

Un blues no es suficiente razón para morir

Ciudades vegetales
en miniatura
disfrazadas de árbol
de Navidad.

Tras los espejos
robando imágenes,
charcos de alquitrán
escupiendo manos.

Relojes biológicos
sonando por todas partes.

Harto de la afición del aire
por las cuchillas de afeitar,
criados en tierra de mareas.

Intento calcular
el momento en que todo
se vino abajo,
pero el artista
recibe el soplo del genio
solamente una vez.

Quizás sólo añore
el invierno
en un silencio
peor que las violaciones.

Yo veo un túnel
de telarañas blancas
donde las hojas
huyen de su casa.

No tenemos camino,
nuestra casa
se llama suicidio.

Vivo en la cara “B”
donde la pasión se funde
en el mundo sin tiempo.

En una ciudad, que te ruge hasta los huesos.

Marian Raméntol

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