jueves, 21 de octubre de 2010

Una putita encubierta y con "mucha clase"

Al igual que una boca en son de risa bestial, abres las piernas hasta casi romperte la pelvis. Sí, putita, ábrelas más y más, humedécete y suda como una glándula sudorípara en crisis, haz que tu vaginita de piel joven quede como una bolsa biodegradable arrugada, porque en algún momento se descompondrá y lo que olía a feromónicos vahos sexuales ya no serán más que hedores de feria fluvial en descomposición. Hasta nunca, señorita de los orgasmos rabiosos, cuide de no deformar tanto el rostro cuando le incrusten su tan ansiado antídoto fálico.

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