miércoles, 9 de diciembre de 2009

Sorbos de dios


Una botella con alcohol; unos cuantos sorbos, sólo unos cuantos; el calor nos inunda, la garganta se dilata pidiendo más; ahora dos sorbos, tres...sólo un poco más; la niebla nos inunda; la mirada se pierde en recuerdos nebulosos; la realidad aniquilante se disipa ahora... ¡sí! ¡Qué hados son estos que me inundan de felicidad! ¡sí! ahora sí creo que la felicidad existe, es tan absoluta!...

El anciano se sienta sobre el escalón de un lugar ajeno, deja su bastón... y comienza a inmiscuirse en las sensaciones más bellas que un humano pueda sentir... la mirada se pierde en sueños prósperos; sus músculos se vuelven lacios: ahora puede volar, puede flotar ¡puede ser Dios!

El viejo hombre despierta; está echado sobre el asfalto duro y frío; sus entrañas pesan, su cuerpo entero se inquieta por la pesadez de ir tan rápidamente del sueño a la pesadilla; el dolor lacerante de saber que en su vida nada posee, sino tan sólo sus tontas carnes, sus insignificantes huesos... y observa... ¡Pero qué desesperación tan horrible lo invade! ¡Qué es esto de saberse uno más de la inmensa masa de máquinas que casi sin control se desbarrancan solas por el abismo del sinsentido!
"Necesito otro sorbo del elixir de la ilusión", "Quiero volver a ser Dios"...

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